No tengo una gran imaginación. Tampoco mucha memoria.
Escribo de lo poco que me acuerdo. Si alguna vez algo que escribí
fue mío, no sigue siéndolo una vez escrito. Que lo que escribo se
reescriba en el pecho del que lee. Por eso no me gustan las
dedicatorias (pero si me lo piden las escribo -honrada de que
alguien esté a punto de atravesar el umbral -formulado por mí-
entre lo que se ve y lo que no se ve) porque idealmente un libro
tendría siempre que ser anónimo. Anónimo en la manera en que fue
concebido y anónimo también en la forma de ser recibido. Los
libros tendrían que ser anónimos como los árboles. NO, esto no es
una apología de los anónimos (en la red o en la prensa). Pero sí de
un cierto silencio. De una cierta ausencia.
reescriba en el pecho del que lee. Por eso no me gustan las
dedicatorias (pero si me lo piden las escribo -honrada de que
alguien esté a punto de atravesar el umbral -formulado por mí-
entre lo que se ve y lo que no se ve) porque idealmente un libro
tendría siempre que ser anónimo. Anónimo en la manera en que fue
concebido y anónimo también en la forma de ser recibido. Los
libros tendrían que ser anónimos como los árboles. NO, esto no es
una apología de los anónimos (en la red o en la prensa). Pero sí de
un cierto silencio. De una cierta ausencia.
Sin documentos
tú y yo
por las páginas
de un libro sin fronteras
1 comentario:
Hágamos más anónimo aún el anonimato
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